Se despertó entre sábanas de lino
blanco, las cortinas del dosel danzando al son de una leve brisa que entraba
por los ventanales.
Se desperezó, lentamente. Con los ojos
aún cerrados, se pasó la mano por entre el pelo. Súbitamente, abrió los ojos;
notaba algo raro. Cuando lo hizo, no reconoció el lugar donde se encontraba:
aquello no era su habitación.
Corrió hacia uno de los espejos que
adornaban las paredes. No se reconoció. Su larga melena rubia se había acortado
y oscurecido. Las pestañas que enmarcaban sus ojos, más largas y espesas. Su
pijama de topos convertido en un largo camisón de lino nacarado.
Se volvió y en la alfombra, entre luces
y sombras, una silueta alargada, escurridiza, avanzando hacia ella: una
serpiente negra que abrió su boca y ondeó su lengua sin dejar de reptar en su
dirección.
Gritó a la vez que se despertaba en la
oscuridad de su cama, empapada en sudor. Sobre la mesilla de noche, un libro. Aleph, de Paulo Coelho.
El cerebro es un órgano en permanente
estudio, pero que continúa siendo un gran misterio. Si hay algo que me fascina,
es su perpetuo funcionamiento a pesar de encontrarse en stand by mientras dormimos. Existen
diversas teorías sobre los sueños que a veces se convierten en historias
novelescas: la de la reminiscencia del alma que acuñó Platón en la Era Clásica
y que desembocó entre otras en la idea de la reencarnación, la cual me resulta
la más romántica de las hipótesis sobre aquello que nos encontraremos después
de la vida. Y esta es la idea que impregna la novela de Paulo Coelho. Muy
recomendada, por cierto.
El estampado de ojos que hizo Kenzo
popular la temporada pasada me hace pensar instantáneamente en los jeroglíficos
egipcios y en Cleopatra. Por ello, y para darle protagonismo a este print,
combiné el vestido en tonos azules (ese azul
característico del lapislázuli, piedra tradicional de la época) y negros. Es una
prenda muy versátil ya que queda bien tanto con botines, más casual como en
este caso; o con unos salones, de una manera más formal.
Como complementos un collar en
lapislázuli y plata –en torno al cual gira la combinación- y un bolso glitter acompañando las tonalidades del
primero; un sombrero en un azul similar
al colgante y unas gafas de montura redonda de estilo sesentero (cuya
inspiración sigue el patrón del vestido).
El maquillaje en tonos naturales y eye
liner.
Vestido/ Dress|
Sombrero/Hat| Botines/ booties: Zara.
Bolso/bag:
H&M.
A veces los sueños nos juegan malas pasadas y si nos acostamos con una idea un poco extraña, tenemos mil posibilidades de sufrir pesadillas.
ResponderEliminarPero bueno, afortunadamente cuando despertamos todo recobra su orden.
Tu vestido es francamente mono y te queda ideal.
Me encanta el sombrero es de verdad precioso.
Estás muy guapa Patricia.
Besos
El sombrero, el vestido, el bolso todo empasta a la perfección. Besos Yael
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