Machine à temps -seize-



Hacía años (muchos) que no me ponía un peto. Creo que la última vez fue un verano -época de las fotos que os muestro- en que vinieron a visitarnos mis primos de la capital allá por los noventa. Y desde entonces, no creáis que ha sido una prenda que me haya llamado en demasía la atención y creo que en parte la culpa la tiene uno en tela vaquera que tenía mi madre  de cuando aún existía la ropa premamá como en su origen se conocía: es decir, cuando las embarazadas tenían poca variedad y eran sólo ciertas prendas las aptas para vestir en el estado de buena esperanza. Pues mi madre tenía un peto vaquero, en cuyo bolsillo frontal llevaba bordado una pareja de peces. Y creo que mi subconsciente asimiló esa imagen y nunca la desterró de él. Pero no es un pensamiento aislado y lo hablaba con una compañera del trabajo una mañana que trajo uno al trabajo: "mi padre pensó lo mismo cuando me vio con él. Me preguntó si estaba embarazada".
El año pasado cuando volvieron a ser tendencia tuve la intención de hacerme con uno o rescatar alguno de esos que tengo guardados de hace años -el de las fotos en concreto me encantaba-; pero no me decidía. Tenía claro que quería uno negro y cuando vi este en las rebajas no me lo pensé dos veces. Pronto podréis ver todo el look en detalle en el blog y os contaré más específicamente el porque de esta combinación, que por cierto, se ha convertido en una de mis favoritas. 




Peto / overall: Zara (sales)

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