Sauvage.

Un lugar secreto, repleto de verdor, lejos del ruido, del estrés de la ciudad. Su rincón de pensar. Las técnicas de relajación eran inútiles, las hierbas relajantes para un óptimo descanso. La mezcla de fragancia floral y tierra.

Ahí se apaciguaban sus ganas de desaparecer, de huir lejos, fuera de la presión diaria, de los días malos.

Soltó su cabello recogido en un perfecto moño, liberó sus pies de los zapatos de tacón y caminó descalza, sintiendo el esponjoso suelo bajo ellos, la humedad del césped.

Repentinamente, un trueno. Posteriormente, la llegada de la lluvia. Las gotas resbalaron por su cara y empapaban su pelo.

Ya daba igual: su minuto de paz, su momento de desconexión. Ya tendría tiempo después de preocuparse por su aspecto desaliñado, su pelo alisado convirtiéndose en una mata de rizos; el rímel escurrido por sus mejillas.  

Miró al horizonte, hinchó los pulmones al máximo y luego corrió y gritó lo más fuerte que pudo, brincando y liberando totalmente la tensión acumulada en el día. 

Hay días en que te despiertas con ganas de comerte el mundo y otros en que preferirías dejarlos pasar, sin levantarte de la cama y cubierta con las sábanas totalmente. Días románticos y días en que la fiera que llevamos todas las mujeres en nuestro interior se rebela. Así me sentía el día que hicimos esta sesión y así lo quise transmitir a través del maquillaje, mi (des)peinado y el fondo de las instantáneas. 

Por ello me decanté por una estética agresiva: biker de cuero, sandalias de print animal. Como detalle, un anillo en forma de cruz. El maquillaje está inspirado en una portada de Vogue, que recrea la tendencia militar: un smokey en tonos verdes y negros y labios cereza.